Práctica gradual de Ahimsa

Cuando se originan en la mente pensamientos de venganza y de odio, trata de controlar primero el cuerpo y la palabra. No profieras palabras duras y dañinas. No censures. No trates de dañar a los demás. Si lo logras practicándolo durante unos meses, los pensamientos de venganza, no teniendo oportunidad de manifestarse externamente, morirán por sí solos. Es extremadamente difícil controlar tales pensamientos al principio sin haber controlado primeramente el cuerpo y la palabra.

Controla primero tu cuerpo físico. Si un hombre te pega, mantente calmado. Suprime tus sentimientos. Sigue las instrucciones de Jesucristo en su Sermón de la Montaña. Dice Jesús: «Si un hombre te golpea en una mejilla, pone también la otra. Si un hombre te roba la túnica, dale también tu camisa.» Esto es muy difícil al principio, pues las viejas impresiones, o Samskaras, de venganza - "ojo por ojo, diente por diente" y "pagar con la misma moneda" - te forzarán a vengarte. Tendrás que esperar fríamente. Reflexiona y medita. Pregúntate a ti mismo (Vichara). La mente se calmará. Tu oponente, que estaba también muy furioso, se calmará a su vez al no encontrar oposición por tu parte. Quedará, además, asombrado y horrorizado, pues permanecerás como un verdadero sabio. Poco a poco, obtendrás así una fortaleza inmensa. Mantén tu ideal ante ti. Procura alcanzarlo, aun con pasos inseguros al principio. Ten una clara imagen mental de Ahimsa y de sus inconmensurables ventajas.

Una vez controlado el cuerpo, controla tu palabra. Toma una determinación firme: «A partir de hoy no diré ni una sola palabra desagradable contra nadie.» Fracasarás una centena de veces. Pero ¿qué importa'? Lentamente ganarás fortaleza. Vigila los impulsos de la palabra y observa silencio, o Mouna. Practica el perdón, o Kshama. Di internamente: «Es como el alma de un niño. Es ignorante. Por eso lo ha hecho.

Debo perdonarle por esta vez. ¿Qué ganaría yo abusando de él a mi vez? Equivocarse es humano; perdonar es divino.» Elimina lentamente el apego a tu ego, o Abhimana, pues ésta es la causa y raíz de los sufrimientos humanos.

Finalmente, acude a tus pensamientos y vigila todo pensamiento dañino. Nunca pienses siquiera en dañar a nadie. En todos mora un mismo Ser. Todos somos manifestaciones de un Dios único. Haciendo daño a otros, no haces sino dañar a tu propio Ser. Ama a todos. Sirve a todos. No odies a nadie. No insultes a nadie. No dañes a nadie en pensamiento, palabra y obra. Trata de contemplar a tu propio Ser en todos los seres. Esto fomentará tu no violencia.

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